lunes, agosto 01, 2011

Los secretos de Eva

Cuando me levanté el sábado al mediodía ví el cielo azul, totalmente despejado, y decidí que el frío no me intimidaría. Preparé un termo con té bien caliente, agarré una manta, una mandarina, el libro de Sartre que estaba leyendo y arranqué para el Parque Centenario.

Como soy una persona muy débil, antes de irme al césped a leer un rato, pasé por la feria para ver si había algún libro que me interesara. Siempre hay libros interesantes, así que básicamente el paseo fue para ver con qué me encontraba.

Revolviendo, llenándome los dedos de polvo de libros añejos, encontré este libro


Estaba buscando literatura feminista, así que pensé en ver qué tenía Eva para decirle a las mujeres. Le dije a la señora que atendía el puesto que lo llevaba, lo pagué y seguí camino. 

Con una rápida ojeada al libro, lo primero que encontré fue una lista de compras 



Por supuesto, esto hizo que me hiciera una cierta imagen de la dueña anterior del libro. Me pareció que la letra era de una mujer mayor, bastante mayor. No sólo me imaginé su letra, me imaginé su casa - en particular, su cocina - y hasta pude escuchar la radio sonando de fondo.

Cuando llegué a casa, las sorpresas siguieron


Un resumen sobre la importancia de la sensibilidad en la oratoria - con cita a Horacio, 65 a.c. incluida - escrita a máquina.


Un pagaré por un valor de 1200 australes, aparentemente dado en parte de pago de un libro de cocina. Obviamente el pagaré no tiene ningún tipo de valor legal, pero pude enterarme de que hubo una tal Norma involucrada.

Finalmente, encontré un boleto de colectivo, de la línea 53.


La verdad es que aún no sé muy bien qué hacer con este pequeño botín que encontré entre las páginas del libro. Posiblemente todas estas cosas continúen ahí adentro, y quizás, en unos sesenta, setenta años - sí, estoy siendo optimista - otra persona se haga las mismas preguntas que me estoy haciendo yo en este momento.