viernes, mayo 29, 2009

Algunos de mis lugares y momentos preferidos: Grecia.

Grecia fue mágica. La posibilidad de ver ruinas casi desde todo punto de la ciudad de Atenas con tan sólo mirar hacia arriba, el exquisito vino, la amable gente, hicieron que mis ganas de quedarme aparecieran a las horas de llegar.
Captaron mi atención los jardines nacionales. Cerca de la estación de Syntagma, en el centro de la ciudad, no aparecían en mi guía de viaje ni en los sitios que había visitado, pero menos mal que terminé ahí.
A pesar de que hay bastante gente transitando, los árboles absorben todo el sonido, por lo que el lugar goza de un silencio muy especial, que complementa la belleza que acompaña cada paso.
Cerca de allí, muy cerca de una de las avenidas principales, hay una pequeña iglesia. A la cual no pude entrar porque estaba cerrada. Lo que sí pude hacer es sentarme en uno de los bancos que se encuentran frente a la entrada a reflexionar.
Allí, un poco más tarde, tuve la posibilidad de hablar un largo rato con Constantinos, que me recomendó un par de discursos de Platón para leer y que al volver a Argentina, encontrara mi lugar en la ciudad que cumpliera la función que estaba cumpliendo en ese momento la iglesia frente a la cual estábamos para mí, es decir, que buscara un lugar tranquilo donde sentarme a meditar.
También disfruté la ida a ver a Depeche Mode (aunque no disfruté para nada que cancelaran el show) como así también todo lo que vino después: la salida del estadio, la adrenalina de luchar con mi miedo a saltar de lugares elevados, el picnic de chocolate, el bar Fox.
Fue genial al otro día, encontrarme con tres personas maravillosas en un ferry hacia Naxos. Ese viaje me regaló momentos absolutamente geniales e inolvidables.
El atardecer, el picnic a la noche en la playa, un almuerzo en el medio de la nada, manejar por la isla, compartir exquisitas conversaciones.
Grecia es mágica.


Algunos de mis lugares y momentos preferidos: París.

París me fascinó y llenó incesantemente mis sentidos. Caminaba y andaba en bicicleta por horas y horas y me maravillaba en cada rincón de la ciudad.
Quedarme con Marine, una amiga parisina, fue genial, y los chicos con quien comparte el departamente son simpáticos, super amables y abiertos. Me sentí bienvenida y disfruté de buena comida y buen beber.
Que Lauri fuera para París justo el mismo fin de semana hizo que mi estancia en París fuera mejor aún de lo que hubiese imaginado.
El Barrio Latino (Quartier Latin), es sin lugar a dudas, uno de mis lugares preferidos de la ciudad. El ambiente es relajado, los cafés son muy lindos, los bares tienen toda la onda, en fin, es el lugar para conocer en París.
Disfruté también escuchar bossa nova en el Blue Note, la cena a la cual se sumaron las tías de uno de los colloc de Marine, andar en bicicleta a la noche volviendo desde Bastille, los balcones antiguos con flores, el café con dos terrones de azúcar.

martes, mayo 26, 2009

Cosas que descubri sobre mí viajando por Europa durante un mes

- Puedo caminar por horas y horas sin necesidad de comer.
- Me gusta mucho el té helado de durazno.
- Cada vez me gustan menos los hostels.
- Mis enfermedades desaparecen cuando viajo, lo que habla de una pobre salud mental.
- Puedo desabrocharme el corpiño de mi bikini estando de espaldas en una playa.
- Y darme vuelta sin volver a atarlo. Pero sólo en playas griegas.
- Claramente soy adicta al queso. En especial al camembert.
- (reflexión borrada por meditación posterior del caso)
- Me gusta viajar sola.
- Pero hay momentos en los que deseo estar con alguien para compartirlo.
- Tengo un fantástico sentido de la orientación.
- Mi humildad puede ser olvidada por ratos.
- Odio mi trabajo. Me aburre hasta el bostezo crónico.
- Ya no puedo tomar tanto alcohol como antes. Aunque los ingleses no sirven de referencia.
- Cuando estoy muy relajada, me importan muy pocas cosas.
- Confirmé que cuando viajo no extraño.
- Mucha gente solía (y suele) decirme que soy sociable. Lo dudaba un poco. Y ahora me di realmente cuenta de que mis habilidades sociales están bastante bien.
- Podría vivir en París, en Londres, en Atenas. Casi casi, cualquier colectivo me deja bien.
- Mi italiano no existe. Nada. Niente. Puedo ir sacándolo de mi CV.
- Cada vez amo y disfruto más viajar. Cuando creo que he llegado a mi límite de fascinación por los viajes, llega un nuevo periplo que me demuestra que siempre se puede un poco más.