martes, mayo 26, 2009

Cosas que descubri sobre mí viajando por Europa durante un mes

- Puedo caminar por horas y horas sin necesidad de comer.
- Me gusta mucho el té helado de durazno.
- Cada vez me gustan menos los hostels.
- Mis enfermedades desaparecen cuando viajo, lo que habla de una pobre salud mental.
- Puedo desabrocharme el corpiño de mi bikini estando de espaldas en una playa.
- Y darme vuelta sin volver a atarlo. Pero sólo en playas griegas.
- Claramente soy adicta al queso. En especial al camembert.
- (reflexión borrada por meditación posterior del caso)
- Me gusta viajar sola.
- Pero hay momentos en los que deseo estar con alguien para compartirlo.
- Tengo un fantástico sentido de la orientación.
- Mi humildad puede ser olvidada por ratos.
- Odio mi trabajo. Me aburre hasta el bostezo crónico.
- Ya no puedo tomar tanto alcohol como antes. Aunque los ingleses no sirven de referencia.
- Cuando estoy muy relajada, me importan muy pocas cosas.
- Confirmé que cuando viajo no extraño.
- Mucha gente solía (y suele) decirme que soy sociable. Lo dudaba un poco. Y ahora me di realmente cuenta de que mis habilidades sociales están bastante bien.
- Podría vivir en París, en Londres, en Atenas. Casi casi, cualquier colectivo me deja bien.
- Mi italiano no existe. Nada. Niente. Puedo ir sacándolo de mi CV.
- Cada vez amo y disfruto más viajar. Cuando creo que he llegado a mi límite de fascinación por los viajes, llega un nuevo periplo que me demuestra que siempre se puede un poco más.

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