El sábado cerca de mi casa se acercó una chica con la remera del PS, con ganas de charlar sobre las actividades del partido en el barrio. Por un momento recordé mis años de militancia universitaria, las horas compartidas intentando cambiar las cosas, las lecturas (Estévez Boero, Alicia Moreau, Palacios, Ingenieros, entre otros tantos), mis compañeros, y por un segundo esbocé una sonrisa melancólica. Entendí a la flaca por un segundo, me la imaginé con los mismos ideales, con la misma ilusión. Pero luego reaccioné y me acordé de esto. Tomé el folleto y seguí caminando.
Y ahora me pongo a pensar dónde estoy parada ahora, apoyando muchas de las medidas de la actual gestión (aunque no he votado gracias a la regla de los +500 km en las últimas 4 elecciones) y no me queda otra que rogar no arrepentirme de este apoyo en unos años (como le pasó a los que confiaron en el FREPASO y como les está pasando - como era de esperarse - a los que votaron a Macri).
Pero no sólo espero no arrepentirme por una cuestión de orgullo, sino porque si no me tengo que arrepentir, querrá decir que las cosas salieron bien. Y eso es en definitiva lo que me interesa.