sábado, agosto 16, 2008

La liviandad del sueño -a pesar de lo obvio o contradictorio que pueda sonar- nada tiene que ver con la profundidad del mismo. Por ejemplo, puedo soñar con Platón, con un pozo que se escava buscando llegar al centro de la Tierra, - quizá hasta China - o soñar que averiguo por qué al ser humano se le humedecen los ojos cuando escucha su canción preferida. Puedo estar soñando todo eso, en una misma escena, y despertarme con el sonido, casi inaudible, de una pequeña grieta abriéndose en el techo, sobre mi cama.

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