Que los resultados no me sorprendan, no es algo raro. Creo que me la veia venir. Supongo que tendría que estar más indignada de lo que estoy. No logro definir si es resignación, aceptación o la vaga esperanza de que ese sector político conocido como "la oposición" (en mi librito le decimos neoliberales asquerosos) de nuevo llegue al poder y que todos los pelotudos que los votaron lo sufran y lloren porque no pueden seguir yéndose de viaje a Estados Unidos (aunque siempre podrán llamar a sus nacionales americanos) ni comprándose plasmas y todas esas cosas que les gusta hacer a los que votan a tipos como De Narváez o a alguien como Michetti, que son también las cosas, que en el fondo también le gustaría hacer, a la otra mitad de la gente que los votó.
Estoy a más de 500 km de distancia de mi mesa, y hoy casi casi que me alegré de no poder ir. Triste.
update: no sé por qué me indigno, si hace seis años (¡seis años!) me horrorizaba al ver que uno de cada cuatro argentinos había votado a Menem.