lunes, enero 10, 2005

Elijo no creer

Elijo creer que no existís.
Porque necesito pensar que alguien que lo puede todo y lo siente todo, que es inmenso y absoluto, no permitiría (ni hubiese permitido):
Las guerras púnicas, las médicas, las invasiones (inglesas, bárbaras y estadounidenses y las que se me escapan).
Toda la violencia.
El odio generalizado.
El odio entre iguales.
La matanza en tu nombre.
Las Cruzadas.
Todas las demás grandes batallas.
La Primera y Segunda Guerra Mundial.
Corea.
Vietnam.
Malvinas.
La dictadura en Argentina.
La pobreza generalizada.
Personas muriéndose de hambre.
Personas muriéndose por el abandono.
(y las que ya murieron y las que van a morir)
El Apartheid.
La esclavitud.
Que el hombre muera a manos de otro hombre.
Que la vida de un hombre, su pura existencia, dependa de la decisión de otro.
El maltrato a la mujer en la cultura musulmana.
El maltrato a la mujer en la esfera cotidiana.
Que el anciano sea dejado a su suerte.
Que chicos no sean amados.
Que chicos no tengan la posibilidad de vivir por nacer en el lugar errado.
Que existan lugares errados.
Que la posibilidad de existir sea una cuestión económica...

Porque prefiero pensar que lo que pasó, lo que pasa y lo que va a pasar es consecuencia de actos humanos. De humanos que yerran.
Porque si existieras tendría que detestarte. Y porque eso sería demasiado pesado.
Porque puedo convivir con la idea de que el hombre se equivoca, pero no con el hecho de que existe algo tan grande e inconmensurable para el hombre, que hace de su supuesta grandeza sólo mera inutilidad y hasta un poco de crueldad.

Prefiero que no existas.
Elijo no creer.


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