Desde acá puedo decirte que no se ve mucho.
Que hace rato que no hablo con nadie.
Y que todos los días parecen nublados.
Que los ojos parecen ser llorosos.
Pero no llorosos como los de Valeria, que se ríe.
Que el telefóno no suena.
Y cuando suena, es equivocado.
Que el otoño parece no irse.
Y apenas puedo vislumbrar un par de árboles hamacándose.
Que los vasos siempre están vacíos.
Y que las copas de vino nadie las usó.
Que el tiempo pasa de otra manera.
Y que las horas tienen otro ritmo.
Que los segundos duran más.
Y que por eso no sé si llamarlos segundos.
Y que en realidad poco importa mucho.
Porque acá no se ve nada.