Hay pocas cosas que me hagan querer tanto a Buenos Aires como llegar a la ciudad, subirme a un bondi en Retiro, encontrarme con un cielo nublado, olor a lluvia y las calles transitadas, de gente que va a laburar, muchas veces sin conciencia de la hermosa ciudad en la que viven.
Un día porteño de bienvenida.