A veces a uno le gusta pensar que el mundo no sigue sin uno. Que la oficina se cae a pedazos si uno se enferma y no aparece por un par de días. Que determinada persona le dedica varios momentos de su pensamiento al día cuando se ausenta prolongadamente. Y que a nadie se le ocurriría hacer esa receta de tarta de cebollas que es en realidad su especialidad.
A veces, uno tiene la impresión que el tiempo y la existencia se detienen cuando uno no está, como si cerrando los ojos anuláramos el mundo que nos rodea.
Pero la verdad es que, el lunes, el fondo de la jarra de la cafetera aparece con un borra de café quemada en el fondo, porque el último que salió de la oficina el viernes se olvidó de apagarla. Y uno agradece que no haya pasado a mayores - y se imagina un incendio cafetero - porque sabe que los procesos de la naturaleza siguen su curso aunque uno esté aprovechando el fin de semana.
jueves, julio 30, 2009
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