domingo, junio 19, 2005

DSOTM

Me di cuenta de que faltaba cuando miré de reojo por la ventana.
Si no hubiese estado tan concentrada leyendo, no hubiese necesitado descansar un rato la vista. No lo hubiera notado si no levantaba la mirada.
Debo reconocer que me asusté. A esa hora solía estar ahí.
Me fijé en el diario ¿podría estar tan equivocada? No, no. Tendría que estar ahí. Ya son las 2 a.m. y no es natural que llegue tarde.
¿Se la robaron? Imposible. Pero no está.
El clima es cálido a pesar de ser invierno. No hay viento, y el cielo está estrellado, despejado. Pero, ¿dónde está?
Me pongo de pie y me acerco a la ventana para ver si logro ver algo. Nada.
De repente, ruido. Estruendo. Sirenas policiales. Se escuchan corridas, ¡todo viene de la esquina de mi casa!
Voy hasta la puerta. La curiosidad me supera. Asomo la cabeza y veo en la esquina un hombre que se encuentra rodeado.
Hay autos y camionetas policiales. Dos helicópteros sobrevuelan el lugar.
Entonces me doy cuenta de que el hombre la tiene entre sus brazos. Él la había robado.
Mi estupor es tan grande que salgo de mi casa, en estricto pijama, y camino hacia el lugar de los hechos.
Le pregunto a un vecino, curioso como yo, que qué está pasando, y me dice: - Lo de la luna nueva fue siempre un verso. Era éste que se la robaba mensualmente para verla de cerca en su casa.

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