Estoy entre las góndolas de las galletitas dulces y de las conservas. Entonces la veo. Veo qué es lo que carga a su changuito.
- Es un persona mayor, quizás me diga que sí - pienso.
Trato de ver qué ha cargado. Y noto que en la mano tiene una lista de compras. Tiene casi todo tachado.
Me decido a seguirla.
Mantengo distancia. Unos dos changos, aproximadamente. No quiero que se de cuenta.
La sigo hasta la cola. Es la cája rápida. Hasta quince unidades.
Yo tengo varias cosas en mi canasto. Decido alivianar peso, y dejo el pollo y las papas. Chau cena.
Me sitúo atrás de ella.
Por suerte paga en efectivo. Yo también.
Mientras la cajera me cobra sigo con la mirada a la anciana. No puedo perderla.
La cajera me pregunta si quiero donar los centavos...Sí, sí, no hay problema.
Con una bolsa bastante cargada, salgo.
La mujer está a mitad de cuadra. Va bastante lento.
- Qué no viva muy lejos! - ruego.
Por suerte, después de una cuadra y media, la mujer se detiene y busca en su cartera, lo que yo supongo son, las llaves.
Me apuro. Me acerco y le digo amablemente: - Señora...
La mujer, al estar concentrada en la búsqueda de sus llaves, se sobresalta. Se da vuelta y se tranquiliza al verme. Parece que no tengo pinta de persona peligrosa.
- Señora, disculpe. Vi que en el supermercado usted compró café - le digo. Evidentemente, la mujer no me sigue. Es entedible. Sigo: - A Ud. le parecerá raro....
Ella mira para los dos lados. Rehace con la mirada el trayecto que hizo desde el súper hasta su casa.
- Pero escuchame nena, vos me seguiste?- me pregunta, razonablemente.
- Este... sí... Pero Ud. compró café! - Le contesto como si fuera eso explicación suficiente.
- Sí...compré café - La vieja está perdida. Cada vez entiende menos. Me doy cuenta.
- Bueno, yo tengo que pedirle un favor...No es mucha cosa. Supongo que no es la primera vez que compra café instantáneo...- La mujer, en el triángulo de las Bermudas, frunce el ceño.
- No...- contesta dubitativa, con miedo. No sabe a dónde va la conversación ni entiende qué hace hablando aún conmigo.
- Bueno, entonces debe tener presente la lámina de papel que poseen estos frascos, sobre la boca, que los sellan - Ahora, la señora, se acaba de subir a una nave, para reunirse con la familia Robinson de "Lost In Space".
- Sí...
- Bueno, yo necesito romperla.
- ¿Eh? ¡¿Qué?! ¡¿Romper qué?!
- La lámina de papel.
- Pero querida, vos me estás tomando el pelo...! - (Ahora se enoja...¡Justo ahora!)
- No señora. Necesito golpear con la uña de mi dedo índice derecho esa lámina, hacer cuatro o cinco agujeros, sacar el papel...Y listo. El café es suyo.
- Pero por qué no comprás tu propio café para hacer eso?!
- Ya tengo veinte frascos acumulados en casa...¿me deja?
- Es un persona mayor, quizás me diga que sí - pienso.
Trato de ver qué ha cargado. Y noto que en la mano tiene una lista de compras. Tiene casi todo tachado.
Me decido a seguirla.
Mantengo distancia. Unos dos changos, aproximadamente. No quiero que se de cuenta.
La sigo hasta la cola. Es la cája rápida. Hasta quince unidades.
Yo tengo varias cosas en mi canasto. Decido alivianar peso, y dejo el pollo y las papas. Chau cena.
Me sitúo atrás de ella.
Por suerte paga en efectivo. Yo también.
Mientras la cajera me cobra sigo con la mirada a la anciana. No puedo perderla.
La cajera me pregunta si quiero donar los centavos...Sí, sí, no hay problema.
Con una bolsa bastante cargada, salgo.
La mujer está a mitad de cuadra. Va bastante lento.
- Qué no viva muy lejos! - ruego.
Por suerte, después de una cuadra y media, la mujer se detiene y busca en su cartera, lo que yo supongo son, las llaves.
Me apuro. Me acerco y le digo amablemente: - Señora...
La mujer, al estar concentrada en la búsqueda de sus llaves, se sobresalta. Se da vuelta y se tranquiliza al verme. Parece que no tengo pinta de persona peligrosa.
- Señora, disculpe. Vi que en el supermercado usted compró café - le digo. Evidentemente, la mujer no me sigue. Es entedible. Sigo: - A Ud. le parecerá raro....
Ella mira para los dos lados. Rehace con la mirada el trayecto que hizo desde el súper hasta su casa.
- Pero escuchame nena, vos me seguiste?- me pregunta, razonablemente.
- Este... sí... Pero Ud. compró café! - Le contesto como si fuera eso explicación suficiente.
- Sí...compré café - La vieja está perdida. Cada vez entiende menos. Me doy cuenta.
- Bueno, yo tengo que pedirle un favor...No es mucha cosa. Supongo que no es la primera vez que compra café instantáneo...- La mujer, en el triángulo de las Bermudas, frunce el ceño.
- No...- contesta dubitativa, con miedo. No sabe a dónde va la conversación ni entiende qué hace hablando aún conmigo.
- Bueno, entonces debe tener presente la lámina de papel que poseen estos frascos, sobre la boca, que los sellan - Ahora, la señora, se acaba de subir a una nave, para reunirse con la familia Robinson de "Lost In Space".
- Sí...
- Bueno, yo necesito romperla.
- ¿Eh? ¡¿Qué?! ¡¿Romper qué?!
- La lámina de papel.
- Pero querida, vos me estás tomando el pelo...! - (Ahora se enoja...¡Justo ahora!)
- No señora. Necesito golpear con la uña de mi dedo índice derecho esa lámina, hacer cuatro o cinco agujeros, sacar el papel...Y listo. El café es suyo.
- Pero por qué no comprás tu propio café para hacer eso?!
- Ya tengo veinte frascos acumulados en casa...¿me deja?