Voy caminando por la vereda que está frente a mi casa. Por alguna razón que no comprendo, decidí cruzar apenas salí.
Hago un par de pasos. Piso una baldosa floja. Ayer llovió. Mi jean recién lavado queda salpicado de agua de lluvia, color marrón (no es que haya llovido marrón, bah, a decir verdad tampoco estoy tan segura). Hoy puede ser un gran día.
Sigo caminando y mientras tanto insulto a la pobre baldosa - que a decir verdad no se siente muy afectada por mis insultos-, al dueño de la propiedad frente a la cual se encuentra la maldita y a la Municipalidad. Inmediatamente me hago el replanteo de que hay cosas más preocupantes que una baldosa suelta y entonces, me insulto a mi misma.
Genial.
Llego a la esquina. El semáforo indica que puedo cruzar, pero desconfiada miro igual para los dos lados para ver que no haya ningún idiota con síndrome Schumacher. Nada.
Estoy cruzando y escucho gritos. Vienen de arriba (No, no es Dios). Una pareja está discutiendo en el segundo piso del edificio. Él, tiene en la mano una laptop y amenaza con tirarla.
- Ni en pedo la tira - pienso.
Error. El tipo la arroja, y con tanta fuerza que...
Ese es mi último recuerdo.
Y después dicen que la tecnología salva vidas.
sábado, julio 23, 2005
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