viernes, septiembre 23, 2005

¿No es gracioso?

Antes de ayer, ella me dijo que necesitaba buscar.
Buscar qué, cómo?-
Cómo?- ella dijo.
Dijo que no sabía cómo, pero si sabía que era.
Era algo fantástico.
Fantástico...- dije, con tono gracioso.
Gracioso ella no encontró el comentario y huyó.
Huyó no sé a dónde, no sé a dónde iba.
Iba lejos, supongo, como para no volver jamás.
Jamás volvería, se había hartado y seguramente se llevó equipaje en kilos.
Kilos de recuerdos sobre las cosas que buscaba, y que creeía encontrar merecer.
Merecer la búsqueda, merecer el encuentro, merecer nunca.
Nunca me escuchó en realidad, aunque siempre decía que se cansaba de oirme.
Oirme quejarme de todo, de su búsqueda del día, del mes, del año , del presente.
Presente que ahora no es, porque ella se fue y todo solo quedó.
Quedó el espacio vacio que antes llenaban sus preguntas, solo.
Solo otro espacio quedó, todo.
Todo: las preguntas se fueron con ella, todos los cuestionamientos, toda su intriga sobre la vida.
Vida que ahora no es la misma, porque ella me preguntó y yo le di a entender que era gracioso, como los zapallos.
Zapallos que cosechamos juntos antes de ayer, mientras ella me decía que necesitaba buscar. ¿No es gracioso?

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