Después de estar varios días sin venir a trabajar por una rara alergia que lo tuvo en cama varios días, volvió.
Volvió y ella rogó que hubiese aprendido su lección.
Por suerte sus actividades lo mantuvieron alejado del artefacto, que en sus manos era un arma letal. Pero el día no podía pasar sin que él se sentara en su escritorio.
Llegó el momento. Se sentó...y ...¡Maldición! El sonido maldito había vuelto.Y aparentemente, para quedarse.
Dato Curioso: La barra espaciadora junto al enter son las letras más usadas del teclado.
viernes, septiembre 23, 2005
Mind Games
Sí, sí...todos sabemos que son millones los que disfrutan de jugar al ping pong en internet, pero eso no quita mi derecho inalienable de ser jugadora compulsiva de solitario.
Entiendo los campeonatos internacionales de tejo online, pero quién me quita lo bailado después de haberme superado a mí misma en el buscaminas?
Todos creen que el juego que juegan es el mejor. El más entretenido. El más jugado.
Todos piensan que jugar al tuti fruti en red es lo más. Y yo, sola, jugando contra mi misma todos los días.
Entiendo los campeonatos internacionales de tejo online, pero quién me quita lo bailado después de haberme superado a mí misma en el buscaminas?
Todos creen que el juego que juegan es el mejor. El más entretenido. El más jugado.
Todos piensan que jugar al tuti fruti en red es lo más. Y yo, sola, jugando contra mi misma todos los días.
Nubes rojas
Gracias a mi insomnio incólume, pude ver como fue aclarando el cielo.
Con la cabecera de mi cama de espaldas a la ventana, vi como la luz fue entrando en mi habitación a través de la ventana que dejé abierta.
De a ratos, llevaba mi cabeza hacia atrás, casi tocando con mi frente la almohada para ver el cielo.
Después me di vuelta para estar más cómoda. Estaba nublado y el cielo se veia rojo.
Preferí pensar que era una cuestión climática más que mera contaminación. Y vi como el cielo se fue abriendo. Como se fue despejando. Y yo sin poder dormir.
Traté de encontrar formas en las nubes, pero nada. No hay caso, cuando más intento ver algo menos veo. Ceguera a capricho.
Con la cabecera de mi cama de espaldas a la ventana, vi como la luz fue entrando en mi habitación a través de la ventana que dejé abierta.
De a ratos, llevaba mi cabeza hacia atrás, casi tocando con mi frente la almohada para ver el cielo.
Después me di vuelta para estar más cómoda. Estaba nublado y el cielo se veia rojo.
Preferí pensar que era una cuestión climática más que mera contaminación. Y vi como el cielo se fue abriendo. Como se fue despejando. Y yo sin poder dormir.
Traté de encontrar formas en las nubes, pero nada. No hay caso, cuando más intento ver algo menos veo. Ceguera a capricho.
¿No es gracioso?
Antes de ayer, ella me dijo que necesitaba buscar.
Buscar qué, cómo?-
Cómo?- ella dijo.
Dijo que no sabía cómo, pero si sabía que era.
Era algo fantástico.
Fantástico...- dije, con tono gracioso.
Gracioso ella no encontró el comentario y huyó.
Huyó no sé a dónde, no sé a dónde iba.
Iba lejos, supongo, como para no volver jamás.
Jamás volvería, se había hartado y seguramente se llevó equipaje en kilos.
Kilos de recuerdos sobre las cosas que buscaba, y que creeía encontrar merecer.
Merecer la búsqueda, merecer el encuentro, merecer nunca.
Nunca me escuchó en realidad, aunque siempre decía que se cansaba de oirme.
Oirme quejarme de todo, de su búsqueda del día, del mes, del año , del presente.
Presente que ahora no es, porque ella se fue y todo solo quedó.
Quedó el espacio vacio que antes llenaban sus preguntas, solo.
Solo otro espacio quedó, todo.
Todo: las preguntas se fueron con ella, todos los cuestionamientos, toda su intriga sobre la vida.
Vida que ahora no es la misma, porque ella me preguntó y yo le di a entender que era gracioso, como los zapallos.
Zapallos que cosechamos juntos antes de ayer, mientras ella me decía que necesitaba buscar. ¿No es gracioso?
Buscar qué, cómo?-
Cómo?- ella dijo.
Dijo que no sabía cómo, pero si sabía que era.
Era algo fantástico.
Fantástico...- dije, con tono gracioso.
Gracioso ella no encontró el comentario y huyó.
Huyó no sé a dónde, no sé a dónde iba.
Iba lejos, supongo, como para no volver jamás.
Jamás volvería, se había hartado y seguramente se llevó equipaje en kilos.
Kilos de recuerdos sobre las cosas que buscaba, y que creeía encontrar merecer.
Merecer la búsqueda, merecer el encuentro, merecer nunca.
Nunca me escuchó en realidad, aunque siempre decía que se cansaba de oirme.
Oirme quejarme de todo, de su búsqueda del día, del mes, del año , del presente.
Presente que ahora no es, porque ella se fue y todo solo quedó.
Quedó el espacio vacio que antes llenaban sus preguntas, solo.
Solo otro espacio quedó, todo.
Todo: las preguntas se fueron con ella, todos los cuestionamientos, toda su intriga sobre la vida.
Vida que ahora no es la misma, porque ella me preguntó y yo le di a entender que era gracioso, como los zapallos.
Zapallos que cosechamos juntos antes de ayer, mientras ella me decía que necesitaba buscar. ¿No es gracioso?
sábado, septiembre 17, 2005
Hacia atrás
Pasó en esa época en la que lo peor que te podía pasar era tener una abuela fanática al merthiolate, caerte, tener un raspón en la rodilla y que todo esto sucediera en la vereda de su casa.
Pasó en esa época donde lo más era poder salir a la noche después de cenar, en el verano, a jugar a la escondida.
Pasó en esa época donde podías oler en las manos de las mujeres mayores el aroma de la crema ponds cuando te tocaban la cabeza al pasar.
Pasó en esa época donde ir a hacer los mandados, cruzando calle de por medio, era la sensación de grandeza del día.
Entre ese sinfín de sensaciones que es la infancia fue donde pasó: La Humanidad pasó.
Pasó en esa época donde lo más era poder salir a la noche después de cenar, en el verano, a jugar a la escondida.
Pasó en esa época donde podías oler en las manos de las mujeres mayores el aroma de la crema ponds cuando te tocaban la cabeza al pasar.
Pasó en esa época donde ir a hacer los mandados, cruzando calle de por medio, era la sensación de grandeza del día.
Entre ese sinfín de sensaciones que es la infancia fue donde pasó: La Humanidad pasó.
jueves, septiembre 15, 2005
¡FELICES PASCUAS!
Estaba pensando en ... [barra espaciadora] Algo la distrajo, pero no logra detectar qué.
Sigue pensando en... [barra espaciadora] De nuevo pierde el hilo de sus pensamientos. ¿Quién o qué se atreve a interrumpir a una mente en trabajo? [barra espaciadora]
Agudiza sus sentidos. Tiene que descubrirlo. Repasa mentalmente todos los sonidos del lugar [barra espaciadora].
Hay algo que está sobrando, ¡¿pero qué?! [barra espaciadora] ¿Qué? [barra espaciadora]
No, no es un olor [barra espaciadora], ni una presencia [barra espaciadora]. Es un ruido. Pero... [barra espaciadora] [barra espaciadora][barra espaciadora]
Ya identificó el maldito ruido. [barra espaciadora]
Se da vuelta. Y lo ve. [barra espaciadora] Escribiendo, mientras mira su teclado. [barra espaciadora].
Una palabra y el sonido. [barra espaciadora]. Una y otra vez [barra espaciadora], parece no terminar.
¿Qué le dice?
- Eh...Disculpame- el sonido se detendría, porque claro él se detendría, todavía no puede hablar y escribir a la vez - Eh...sí. Podrías no hacer del acto de teclear un round de box con el pobre teclado?
Sino, podría [barra espaciadora] decirle algo [barra espaciadora] así:
- ¿Qué tal si tratás con más cariño al teclado?
O [barra espaciadora]:
- ¿Es absolutamente necesario que escribas así?
Claro que ella se va poniendo nerviosa [barra espaciadora] y él parece tener que transcribir [barra espaciadora] la Historia Sin [barra espaciadora] Fin.
El sonido le golpea el oído [barra espaciadora], el cerebro una y [barra espaciadora] otra vez. Es la primera vez que [barra espaciadora] percibe el sonido de un teclado de manera tan [barra espaciadora] intensa. Es él.
Él y sus [barra espaciadora] dedos torpes. Lo mira [barra espaciadora] y lo detesta. Y parece [barra espaciadora]que al verlo mientras [barra espaciadora] escribe el sonido se intensifica. Mira [barra espaciadora] su propia pantalla. Tiene [barra espaciadora] que [barra espaciadora] decirle algo [barra espaciadora].
- Ese teclado tendría que conseguir una orden de restricción en contra tuya.
Sería un comentario [barra espaciadora] ideal, pero no puede. Tiene que ver [barra espaciadora] su torpe cara, digo torpes dedos, [barra espaciadora] de lunes a viernes.
Piensa [barra espaciadora] que una buena venganza [barra espaciadora] por el sufrimiento que les está [barra espaciadora] haciendo pasar (al teclado y a ella) sería darle con un teclado en la cabeza.
Y parece [barra espaciadora] no parar. ¿Le ofrezco pasarlo yo [barra espaciadora] y que el me dicte?
En este momento [barra espaciadora] no puede tenerlo a menos [barra espaciadora] de un metro distancia. Es intolerable[barra espaciadora]. Lo empieza a odiar [barra espaciadora].
Su horario de trabajo concluye y respira aliviada por saber que en segundos la tortura auditiva concluye. Pero sabe que mañana será igual y que debe encontrar una solución a este problema.
Se le viene a la cabeza, durante unos segundos, una escena de la película "Casino" que involucra un martillo. Es demasiado.
Cuando llega a su casa, se conecta y encuentra la solución.
¡FELICES PASCUAS!
Sigue pensando en... [barra espaciadora] De nuevo pierde el hilo de sus pensamientos. ¿Quién o qué se atreve a interrumpir a una mente en trabajo? [barra espaciadora]
Agudiza sus sentidos. Tiene que descubrirlo. Repasa mentalmente todos los sonidos del lugar [barra espaciadora].
Hay algo que está sobrando, ¡¿pero qué?! [barra espaciadora] ¿Qué? [barra espaciadora]
No, no es un olor [barra espaciadora], ni una presencia [barra espaciadora]. Es un ruido. Pero... [barra espaciadora] [barra espaciadora][barra espaciadora]
Ya identificó el maldito ruido. [barra espaciadora]
Se da vuelta. Y lo ve. [barra espaciadora] Escribiendo, mientras mira su teclado. [barra espaciadora].
Una palabra y el sonido. [barra espaciadora]. Una y otra vez [barra espaciadora], parece no terminar.
¿Qué le dice?
- Eh...Disculpame- el sonido se detendría, porque claro él se detendría, todavía no puede hablar y escribir a la vez - Eh...sí. Podrías no hacer del acto de teclear un round de box con el pobre teclado?
Sino, podría [barra espaciadora] decirle algo [barra espaciadora] así:
- ¿Qué tal si tratás con más cariño al teclado?
O [barra espaciadora]:
- ¿Es absolutamente necesario que escribas así?
Claro que ella se va poniendo nerviosa [barra espaciadora] y él parece tener que transcribir [barra espaciadora] la Historia Sin [barra espaciadora] Fin.
El sonido le golpea el oído [barra espaciadora], el cerebro una y [barra espaciadora] otra vez. Es la primera vez que [barra espaciadora] percibe el sonido de un teclado de manera tan [barra espaciadora] intensa. Es él.
Él y sus [barra espaciadora] dedos torpes. Lo mira [barra espaciadora] y lo detesta. Y parece [barra espaciadora]que al verlo mientras [barra espaciadora] escribe el sonido se intensifica. Mira [barra espaciadora] su propia pantalla. Tiene [barra espaciadora] que [barra espaciadora] decirle algo [barra espaciadora].
- Ese teclado tendría que conseguir una orden de restricción en contra tuya.
Sería un comentario [barra espaciadora] ideal, pero no puede. Tiene que ver [barra espaciadora] su torpe cara, digo torpes dedos, [barra espaciadora] de lunes a viernes.
Piensa [barra espaciadora] que una buena venganza [barra espaciadora] por el sufrimiento que les está [barra espaciadora] haciendo pasar (al teclado y a ella) sería darle con un teclado en la cabeza.
Y parece [barra espaciadora] no parar. ¿Le ofrezco pasarlo yo [barra espaciadora] y que el me dicte?
En este momento [barra espaciadora] no puede tenerlo a menos [barra espaciadora] de un metro distancia. Es intolerable[barra espaciadora]. Lo empieza a odiar [barra espaciadora].
Su horario de trabajo concluye y respira aliviada por saber que en segundos la tortura auditiva concluye. Pero sabe que mañana será igual y que debe encontrar una solución a este problema.
Se le viene a la cabeza, durante unos segundos, una escena de la película "Casino" que involucra un martillo. Es demasiado.
Cuando llega a su casa, se conecta y encuentra la solución.
¡FELICES PASCUAS!
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