Siempre tuvo muy buena intuición. Supo que su hijo era pistero el día que pegó el calco con la firma de Ayrton Senna en el vidrio del Fiat 128.
Suele darse cuenta antes que nadie, quién es el asesino o quién será el próximo en morir. Es por esto que la familia opta por alquilar comedias.
Se dio cuenta que su hija es lesbiana, el día que la vio jugar amistosamente con una amiga en el sillón del living (es posible que se haya enterado antes que su propia hija)
Siempre sabe cuándo va a llover, y cuándo caerá granizo, aún cuando el cielo está despejadísimo.
Puede vaticinar con días de anticipación que el novio de la vecina va a venir a terminar su relación con ella (y luego intuye, casi con precisión quirúrgica, el día en que volverá con el rabo entre las piernas)
No es bruja. No tiene poderes sobrenaturales. Simplemente sabe leer las señales que indican lo que sucederá. Todo para ella es una pista que le ayuda a intuir qué es lo que se está aproximando. Y se jacta de ello.
Así y todo, no pudo intuir que su marido le metía los cuernos lunes, martes, viernes y feriados y que usaba el hotelito de la otra cuadra para demostrarle, cogiéndose a una compañera de trabajo, que su intuición no es tan maravillosa. Tampoco intuyó que se lo iba a decir en la cara, el sábado a la noche, por el solo placer de verla desconcertada.
Suele darse cuenta antes que nadie, quién es el asesino o quién será el próximo en morir. Es por esto que la familia opta por alquilar comedias.
Se dio cuenta que su hija es lesbiana, el día que la vio jugar amistosamente con una amiga en el sillón del living (es posible que se haya enterado antes que su propia hija)
Siempre sabe cuándo va a llover, y cuándo caerá granizo, aún cuando el cielo está despejadísimo.
Puede vaticinar con días de anticipación que el novio de la vecina va a venir a terminar su relación con ella (y luego intuye, casi con precisión quirúrgica, el día en que volverá con el rabo entre las piernas)
No es bruja. No tiene poderes sobrenaturales. Simplemente sabe leer las señales que indican lo que sucederá. Todo para ella es una pista que le ayuda a intuir qué es lo que se está aproximando. Y se jacta de ello.
Así y todo, no pudo intuir que su marido le metía los cuernos lunes, martes, viernes y feriados y que usaba el hotelito de la otra cuadra para demostrarle, cogiéndose a una compañera de trabajo, que su intuición no es tan maravillosa. Tampoco intuyó que se lo iba a decir en la cara, el sábado a la noche, por el solo placer de verla desconcertada.