lunes, marzo 09, 2009

Exabrupto mental.

A la madrugada, me sentí una suerte Cruella de Vil, potencial asesina, cuando el bebé del asiento de adelante no paró de llorar (llorar es una forma de decir, el pibe estaba embolado y lloriqueaba para que jugaran con él) durante una hora y media. Me debatí entre madre o hijo o madre e hijo durante un rato, mientras trataba de pensar en otra cosa para conciliar el sueño.
No dudo que muchos de los que estaban en los asientos más cercanos pensaron lo mismo.

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