Estaba entre quedarme quejándome en el laburo sin manifestarme al respecto, puteando contra la SRA o, ir hacerme presente aunque eso pudiera ser visto como un apoyo a Cristina.
Nunca fui peronista. Ni siquiera simpatizo. Y no va a suceder ahora.
Pero era tanta la impotencia y el enojo que sentía, me frustraba tanto la disyuntiva, que me decidí y fui. Qué tanto.
Y la verdad, no me sentí mal. Para nada.
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