viernes, febrero 04, 2005

CIA/AIC

Con los labios resecos de silbar (lo había hecho desde la plaza hasta la librería, unas quince cuadras, y no había silbado cualquier cosa: "La cabalgata de las Walkirias" de Wagner), entró a "La grulla", el lugar donde solía comprar todos los elementos necesarios para sus pancartas.
Entre la góndola de papel crepe y los marcadores indelebles sintió algo en su nuca.
Era una mirada.
Un hombre lo estaba observando entre los estantes de papel araña de diversos colores, al final del pasillo.
Era un hombre de aspecto serio. Llevaba traje.
- Debe ser de la CIA -, pensó. -A Bush no le debe haber llegado la noticia de que desistí de la protesta.
Con un sentimiento de omnipotencia se acercó al hombre y le preguntó de manera natural si hablaba español.
El hombre, desconcertado ante el acercamiento de nuestro protestón profesional, sólo atinó a decir que sí.
Ante la respuesta afirmativa, Pedro Iturralde (para los que no saben quién es, es el que está organizando la protesta por areneros libres de pediculosis) le comentó al otro hombre que no se preocupara que su función ya había concluido, que había dejado de hacer huelga de hambre, que le dijera a su jefe que él no era más una preocupación para el gobierno de los Estados Unidos.
El otro, sin entender mucho, asintió con la cabeza y salió aterrorizado del lugar con lágrimas en los ojos.
Pedro compró unas láminas de cartón, varios fibrones de colores (negro, rojo y marrón) y un par de varillas de medio metro de largo.
Dejó "La grulla" sin imaginarse que el hombre al que había hecho llorar no venía por lo de Irak...


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