viernes, febrero 04, 2005

Tobogán

Un par de días después de concluida la huelga, y ya recuperadas sus energías (el apetito en realidad no lo había perdido nunca), se sintió con bríos renovados como para comenzar a idear una nueva forma de protesta.
El tema de la invasión a Irak ya lo había aburrido, así que junto a una nueva forma de protesta, tenía que encontrar una nueva razón por la cual manifestarse.
Se preparó un sándwich de milanesa con jamón y queso, lo envolvió con un par de servilletas, lo guardó en el bolsillo derecho de su campera de algodón y salió en búsqueda de una injusticia que lo motivara.
Caminó un par de cuadras hasta la plaza del barrio y se sentó en un banco a disfrutar el aperitivo que se había preparado un rato antes.
No pasó más de media hora y ya había encontrado un nuevo motivo de queja.
La idea se la dieron dos madres que se quejaban mientras miraban a sus hijos jugar al pie del tobogán.
- ¡Por areneros libres de piojos!- pensó. Y satisfecho consigo mismo, terminó el sándwich en dos mordiscones, tiró las servilletas en el tacho de basura y se fue silbando bajito...


Esta historia comenzó acá.

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