Usted se despierta a las 6.45 de la mañana, se incorpora sobre el lado izquierdo de la cama (no cree que eso esté relacionado con el humor), y a tientas busca las pantuflas... Mientras hace esto se dice que tiene que romper con la rutina y que si mañana sigue en lo mismo, se mata.
Se levanta, va hacia la cocina, 6.48, pone la pava sobre el fuego y saca una taza de la alacena. Y se dice que si no rompe con la rutina se mata.
Habiéndose dicho esto va hacia al baño, mientras deja que el agua hierva para prepararse el té con leche diario.
Se cambia y se pone su atuendo de viernes.
A las 7.12, usted está saliendo de su casa, hacia el trabajo, y toma el mismo camino de siempre. Mientras camina a paso constante se repite que esta rutina tiene que terminar, aunque pierda la vida en el intento.
Llega usted a su trabajo. Marca la tarjeta, son 7.29, ha llegado a horario. Como siempre. Va hacia su escritorio, saludando en el camino a sus compañeros de trabajo, que cumplen una rutina también. Una rutina diaria.
Se pregunta si se sentirán tan cansados como se siente usted... Si acaso pensarán en terminar con esa vida llena de hábitos y costumbres tan molestas...
Pero usted ya ha tomado la decisión. Si mañana las cosas no cambian, se suicida.
Su mañana transcurre... Bueno, como siempre. Su jefa ha solicitado su presencia para remarcarle algunos puntos del último informe presentado. De regreso a su escritorio ha coqueteado en el ascensor (usted suele hacerlo).
Cuando el reloj marca las diez y treinta, usted se encuentra tomando su café cortado con una medialuna, que diariamente la chica de la cafetería le trae... Mientras disfruta de la infusión, se recuerda que mañana las cosas tienen que cambiar o de lo contrario se va a suicidar.
Usted almuerza en el bar de la esquina. Donde el mozo ya sabe cuál va a ser su pedido. Mientras espera su orden mirando por la ventana, se dice que mañana todo será distinto, porque ahora su vida está en juego.
Así transcurre todo su día. Con pensamientos suicidas constantes. Pero usted lo ve como ánimo de cambio. Como una resolución de Año Nuevo.
Son las 11.30, ya se encuentra usted en la cama. De la mesa de luz toma el libro que ha estado leyendo. Lee un capítulo. Usted solía disfrutar de un capítulo diario. Ahora no se puede concentrar en la lectura porque está pensando que ésta va a ser la última vez que cumpla con este hábito.
Quizás mañana lea dos capítulos, o cambie de libro, decida no leer o simplemente no pueda hacerlo...
Se duerme pensando que este fue su último día rutinario. Mañana, si no rompe con la rutina, se mata.
Ahora, son las 6.45 de la mañana y usted se despierta. Se incorpora sobre el lado izquierdo de la cama y a tientas busca sus pantuflas...
Se levanta, va hacia la cocina, 6.48, pone la pava sobre el fuego y saca una taza de la alacena. Y se dice que si no rompe con la rutina se mata.
Habiéndose dicho esto va hacia al baño, mientras deja que el agua hierva para prepararse el té con leche diario.
Se cambia y se pone su atuendo de viernes.
A las 7.12, usted está saliendo de su casa, hacia el trabajo, y toma el mismo camino de siempre. Mientras camina a paso constante se repite que esta rutina tiene que terminar, aunque pierda la vida en el intento.
Llega usted a su trabajo. Marca la tarjeta, son 7.29, ha llegado a horario. Como siempre. Va hacia su escritorio, saludando en el camino a sus compañeros de trabajo, que cumplen una rutina también. Una rutina diaria.
Se pregunta si se sentirán tan cansados como se siente usted... Si acaso pensarán en terminar con esa vida llena de hábitos y costumbres tan molestas...
Pero usted ya ha tomado la decisión. Si mañana las cosas no cambian, se suicida.
Su mañana transcurre... Bueno, como siempre. Su jefa ha solicitado su presencia para remarcarle algunos puntos del último informe presentado. De regreso a su escritorio ha coqueteado en el ascensor (usted suele hacerlo).
Cuando el reloj marca las diez y treinta, usted se encuentra tomando su café cortado con una medialuna, que diariamente la chica de la cafetería le trae... Mientras disfruta de la infusión, se recuerda que mañana las cosas tienen que cambiar o de lo contrario se va a suicidar.
Usted almuerza en el bar de la esquina. Donde el mozo ya sabe cuál va a ser su pedido. Mientras espera su orden mirando por la ventana, se dice que mañana todo será distinto, porque ahora su vida está en juego.
Así transcurre todo su día. Con pensamientos suicidas constantes. Pero usted lo ve como ánimo de cambio. Como una resolución de Año Nuevo.
Son las 11.30, ya se encuentra usted en la cama. De la mesa de luz toma el libro que ha estado leyendo. Lee un capítulo. Usted solía disfrutar de un capítulo diario. Ahora no se puede concentrar en la lectura porque está pensando que ésta va a ser la última vez que cumpla con este hábito.
Quizás mañana lea dos capítulos, o cambie de libro, decida no leer o simplemente no pueda hacerlo...
Se duerme pensando que este fue su último día rutinario. Mañana, si no rompe con la rutina, se mata.
Ahora, son las 6.45 de la mañana y usted se despierta. Se incorpora sobre el lado izquierdo de la cama y a tientas busca sus pantuflas...