En la AIC (Asociación Iberoamericana de Clarividentes) estaban todos reunidos en asamblea extraordinaria.
Los últimos sucesos habían alertado a todos y había reproches mutuos sobre cómo no habían previsto lo que había pasado.
El hombre de traje de La Grulla estaba sentado en un rincón, moqueando. Había sido interrogado por distintas personas a lo largo del plenario.
Un hombre, al que se dirigían como "Gran Vidente", llamó al orden en la sala y dio un discurso enardecido sobre cómo todas las mentes asociadas al AIC tenían que concentrarse en Pedro Iturralde, ya que el futuro de la misma dependía de cumplir con este trabajo de manera más que satisfactoria (la AIC estaba en concurso preventivo de acreedores hacía más de seis meses).
Mientras esto sucedía en la sede de la AIC (que se encontraba en la parte trasera de un taller mecánico), Pedro dibujaba areneros en sus pancartas con los marcadores que había comprado antes.
Para ir al comienzo de esta ¿apasionante? historia, hacé click acá.
Para tener idea de cómo viene la cosa, hacé click acá.
Los últimos sucesos habían alertado a todos y había reproches mutuos sobre cómo no habían previsto lo que había pasado.
El hombre de traje de La Grulla estaba sentado en un rincón, moqueando. Había sido interrogado por distintas personas a lo largo del plenario.
Un hombre, al que se dirigían como "Gran Vidente", llamó al orden en la sala y dio un discurso enardecido sobre cómo todas las mentes asociadas al AIC tenían que concentrarse en Pedro Iturralde, ya que el futuro de la misma dependía de cumplir con este trabajo de manera más que satisfactoria (la AIC estaba en concurso preventivo de acreedores hacía más de seis meses).
Mientras esto sucedía en la sede de la AIC (que se encontraba en la parte trasera de un taller mecánico), Pedro dibujaba areneros en sus pancartas con los marcadores que había comprado antes.
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