La vida de Juliano y Arístides transcurría sin muchos sobresaltos, entre libros, exámenes y listados con resultados siempre tardíos.
Siempre estaban trabajando en algún artículo para alguna publicación de tiradas no superiores a cien ejemplares.
Se reunían en el bar de la facultad, en el bar de la esquina, el que está a una cuadra de la casa de Juliano o en la casa de éste, que era mucho más tranquila que la del otro.
Hablaban de diversos temas. Pero si bien se conocían hace a ares, cierto temas, al momento de reunirse parecían nimios. Y entre esos temas se encontraba la vida sexual y sensual de cada uno.
Juliano estaba al tanto de la doble vida de su amigo, pero nunca la objetó. Creía fervientemente en el libre albedrío.
De todas maneras, nunca le pareció que fuera de su incumbencia qué hacia su amigo en el ámbito sexual.
Juliano con su edipo no resuelto y Arístides con su homosexualidad no resuelta, parecían estar ciegos para determinadas cosas.
Siempre estaban trabajando en algún artículo para alguna publicación de tiradas no superiores a cien ejemplares.
Se reunían en el bar de la facultad, en el bar de la esquina, el que está a una cuadra de la casa de Juliano o en la casa de éste, que era mucho más tranquila que la del otro.
Hablaban de diversos temas. Pero si bien se conocían hace a ares, cierto temas, al momento de reunirse parecían nimios. Y entre esos temas se encontraba la vida sexual y sensual de cada uno.
Juliano estaba al tanto de la doble vida de su amigo, pero nunca la objetó. Creía fervientemente en el libre albedrío.
De todas maneras, nunca le pareció que fuera de su incumbencia qué hacia su amigo en el ámbito sexual.
Juliano con su edipo no resuelto y Arístides con su homosexualidad no resuelta, parecían estar ciegos para determinadas cosas.
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