sábado, abril 16, 2005

Al final los semáforos no son tan molestos...

Ya se había decidido. La decisión había sido difícil de tomar. Había hecho balanzas mentales con los platillos llenos de opciones.
Se decidió por un jean con una remera blanca strapless bordada.
Miró su reloj y se alegró al ver que no estaba tan atrasada. Además, María no es la reina de la puntualidad - pensó.
El problema fue, que al traspasar el umbral de su departamento sufrió un ataque de Ninfomanía.
Se subió al torino, y en el primer semáforo en el que paró, al ver que un morocho le sonrío desde el auto parado junto al suyo, no tuvo miramientos, se bajó dejó la puerta del toro abierta, se subió al del morocho (y al morocho) y tuvo una sesión rápida de sexo entre el volante y la caja de cambios del Fiat Uno azul metalizado.
Fue buena suerte que no pasara un solo auto por esa calle, que suele ser bastante transitada.
El tipo consideró que tenía suerte, pero no exactamente por la falta de tránsito.
Ya cada uno en su vehículo, arrancaron cuando el semáforo se puso en verde. Lucy, pensando que María la iba a matar por retrasarse. El tipo, que podría haber pensado en las posibilidades de homicidio si su esposa se enterara, en realidad estaba analizando si hacia a tiempo para volver hasta el bar y contarle a sus amigos.



Hello, Lucy! (Ah, cierto que era, Dolly! Bue...)

Para ver que estuvo haciendo Lucy hace un rato, hacé click acá.

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